lunes, 30 de abril de 2007

viernes, 27 de abril de 2007

No te Acerques a un Hombre Desnudo

Siempre que termino un libro hay un problema... que leer ahora?? Creo que en su mayor expresion es este sitio. Quizas agarre por fin uno de Hermane Hesse o tal vez termine de leer uno de lesbianismo.

Creo que buscar un libro bueno es dificil, porque elegir por su portada es medio tonto (termino agarrando los libros con chicas desnudas en la portada.. honestamente). Aun no intento el metodo de Wins (oler un libro, que creo que hare la proxima).

De momento, en uno de mis viajes a la ciudad, me tope con una tienda de cosas de segunda. Por segundas, me refiero que traen cosas usadas y la neta, lo mejor de esos lugares solo son los juguetes y los libros.

Asi pues, me encontre un libro que me llamo la atencion (y no, no tenia una chica desnuda). Pero es un libro de Tim Allen, un comico americano que veia de pequenyo. Era un personaje que siempre alentaba el orgullo de ser hombre. A primera podria ser algo machista, pero siempre lo hacia con un toque simpatico que solo te hacia reir.

El libro que escribio se llama 'No te Acerques a un Hombre Desnudo' y trata de su peculiar punto de vista en lo que es ser hombre. No es nada profundo ni mucho menos cientifico, solo es el punto de vista de un hombre simpatico.

Es curioso porque yo me he preguntado eso en estos dias y al leer cosas como 'porque las bicicletas de mujer y hombre son diferente' o 'porque es tan dificil de hablar de la vagina con tu hija' pues solo puedo reir un poco y sentirme igual de perdido, pero sabiendo que no soy el unico en el mundo con estas inquietudes.

La verdad, al libro lo calificaria como 'algo que leer mientras no haya otro'. Ya me acostumbre a estar siempre leyendo algo. Es uno de mis pasatiempos favoritos (y si.. me gusta el escape de un buen libro).

Porque los huevos de un hombre son muestra de valor, 'hazlo con huevos!', si son lo primero que se esconde ante el frio (XD) Porque no hay el mismo orgullo para los ovarios! -- Tim Allen

viernes, 20 de abril de 2007

Un buen libro

El mejor libro para leer es aquel que te haga olvidar cuanto tengas en la mente; que te transporte a la época que se redacté y te haga imaginar los lugares, personas y sentimientos, hasta el punto de no pensar más en tus problemas personales.
Para el autor, el que imagines sus palabras y las transformes en palabras de favoritismo o de desagrado, es un logró importante, el cual pocos tienen ese deleite. Si el libro te recuerda constantemente lo que tratas día a día, y tan solo este, te deja con un sentimiento de imposibilidad, no cumple su finalidad. Es bastante molesto escuchar a personas decir que son buenos libros aquellos que hablan de como ganar dinero si se compra ese libro, o la destino de tu pareja ideal se encuentra en las páginas de ellos. Incluso, esos "libros", los titulan "Best Sellers" por ser los más vendidos, supongo que existen muchas personas que piensan igual.
Un buen libro es aquel que te hace pensar en grande y te aporta algo interesante. Qué te deja con esa sensación de libertad y frescura. Qué al levantar la cabeza y miras a las personas caminar, les dices por dentro: "Soy feliz". En medio del silencio, encuentras paz ante tanta insertidumbre. Un buen libro debe de cumplir con esa regla: "quiero leer otro".
Si actualmente, estás leyendo un libro y cada vez que terminas de leer o tienes que dejarlo, al levantar la cabeza y ves a las personas caminar dices esto, quiere decir que se trata de un buen libro. Si al levantar la cabeza no dices esto, deberías de pensar que es lo que te gustaría leer.
Te daré un Tip, puedes darte una vuelta por cualquier librería y mirar todos los libros, después de encontrarlo, al abrirlo en cualquier página y lo hueles, si te gusta su olor, será un buen libro para tí. "Haz la prueba"

miércoles, 18 de abril de 2007

El cuadro de Goethe

"El lobo estepario" de Hermann Hesse es uno de los tantos libros que me gustan de este autor, aunque, a decir verdad, todos los libros que he leído de él me han gustado de una u otra forma. El siguiente texto corresponde cuando Harry sale disgustado de la visita a un amigo tan solo porque tuvo una opinión distinta; vagando en la noche, en un bar conoce a Armanda.
Me gusta esta charla porque de alguna forma me identifico. Es decir, cuántas veces no nos empeñamos a que algo debe ser de determinada forma "porque sí", y lo creemos con vehemencia que cuando alguien externa algo distinto o contrario nos hace una grande ofensa que, dependiendo de nuestro caracter, actuamos para contrarrestrar el "ataque".

-Verá usted -empecé-. Ha sido en realidad una futesa. Yo estaba convidado, en casa de un profesor -yo por mi parte no lo soy-, y en verdad no hubiera debido ir, ya no estoy acostumbrado a estar sentado así con la gente y charlar; he olvidado esto. Entré ya en la casa con la sensación de que no iba a salir bien la cosa. Cuando colgué mi sombrero pensé que acaso muy pronto tendría que volver a necesitarlo. Bueno, y en casa de este profesor había allí sobre la mesa un cuadro... necio, que me puso de mal humor...
-¿Qué cuadro era ése? ¿Por qué te puso de mal humor? -me interrumpió ella.
-Sí, era un retrato que representaba a Goethe, ¿sabe usted?, al poeta Goethe. Pero allí no estaba como en realidad era. Claro que esto, a decir verdad, no lo sabe nadie con exactitud; murió hace cien años. Sino que cualquier pintor moderno había representado allí a Goethe tan almibarado y peinadito como él se lo había figurado, y este retrato me exasperó y me fue horrorosamente antipático. No sé si comprende usted eso. (...) Pero en primer lugar me molestaba por el propio Goethe, a quien yo, en verdad, quiero mucho, mucho, y luego que tuve que pensar -pensé o sentí- sobre poco más o menos esto: aquí estoy sentado con personas a las que considero mis iguales y de las que yo pienso que también ellos han de amar a Goethe como yo y se habrán forjado de él un retrato semejante al que yo he me he forjado, y ahora resulta que tienen ahí de pie este retrato sin gusto, falseado y dulzón y lo encuentran magnífico y no se dan cuenta de que el espíritu de este cuadro es precisamente lo contrario al espíritu de Goethe. Hallan maravilloso el retrato, y por mí pueden hacerlo si quieren, pero para mí se acabó de una vez toda confianza en estas personas, toda amistad con ellas y todo sentimiento de afinidad y de solidaridad. Por lo demás, la amistad no era grande tampoco. Me puse, pues, furioso y triste, y vi que estaba solo y que nadie me entendía. ¿Comprende usted?
-Es bien fácil de comprender, Harry. ¿Y luego? ¿Les tiraste el retrato a la cabeza?
-No; empecé a lanzar improperios y eché a correr, quería ir a casa, pero...
-Pero allí no te hubieras encontrado a la mamá que consolara o reprendiera al hijo incauto. Está bien, Harry; casi me das lástima; eres un espíritu infantil sin igual.
(...)
-Vamos a ver- empezó ella de nuevo-. Resulta que Goethe se murió hace cien años y Harry lo quiere mucho y se ha hecho una maravillosa idea de él y del aspecto que tendría, y a esto tiene Harry perfecto derecho, ¿no es eso? Pero el pintor, que también siente su entusisasmo por Goethe y se ha forjado de él una imagen, ése no tiene derecho, y el profesor tampoco, y en realidad nadie, porque eso no le gusta a Harry, no lo tolera, porque tiene que vociferar y echar a correr. Si fuese prudente se reiría sencillamente del pintor y del profesor. Si fuese un loco, les tiraría su Goethe a la cara. Pero como no es más que un niño pequeño, se va corriendo a su casa y quiere ahorcarse. He comprendido muy bien tu historia. Es una historia cómica. Me hace reír.

lunes, 16 de abril de 2007

Marianne descubre el secreto de Lucy Steele

"Sentido y sensibilidad" fue escrita por Jane Austen y publicada en 1811. Han hecho una muy buena película de esta novela (Sensatez y Sentimientos). Esta es una de mis partes favoritas, donde Marianne se entera que su "insensible" hermana mayor Elinor sabía de la relación de Edward con otra mujer. Hasta este momento, la apariencia fría, irrompible y de absoluto control de la mayor de las hermanas Dashwood, se quiebra.

En su primero intento de comunicación, no había podido ir más allá de establecer el hecho del compromiso y el tiempo que tenía de existencia. Irrumpieron entonces las emociones de Marianne, poniendo fin a todo orden en la descripción de los pormenores; y durante algunos momentos, todo lo que pudo hacerse fue calmar su aflicción, tranquilizar sus temores y combatir su resentimientos. La primera pregunta que hizo, que abrió el camino a nuevos detalles, fue:
-¿Y hace cuánto tiempo que lo sabes, Elinor? ¿Te ha escrito él?
-Lo he sabido desde hace cuatro meses. Cuando Lucy fue por primera vez a Barton Park en noviembre del año pasado, me habló en privado de su compromiso.
Ante estas palabras, Marianne expresó con sus ojos lo que sus labios no podían formular. Tras un momento de asombrado silencio, exclamó:
-¡Cuatro meses! ¿Lo has sabido durante cuatro meses?
Elinor lo confirmó.
-¡Cómo! ¿Mientras cuidabas de mí cuando yo estaba sumida en el dolor, tu corazón cargaba con todo esto? ¡Y yo que te he reprochado ser feliz!
-No era conveniente que en esos momentos tú supieras cuán opuesto a eso era mi sentir.
-¡Cuatro meses! -volvió a exclamar Marianne-. ¡Y tú tan tranquila, tan alegre! ¿En qué te has sostenido?
-En sentir que estaba cumpliendo mi deber. Mi promesa a Lucy me imponía el secreto. Le debía a ella, entonces, evitar cualquier indicio de la verdad; y le debía a mi familia y a mis amigos evitarles una preocupación por causa mía que no estaría en mis manos solucionar.

(...)

-Te entiendo. Supones que mis sentimientos nunca han sido muy fuertes. Durante cuatro meses, Marianne, todo esto me ha pesado en la mente sin haber podido hablar de ello a nadie en el mundo; sabiendo que, cuando lo supiera, tú y mi madre serían enormemente desgraciadas, y aun así impedida de prepararlas para ello ni en lo más mínimo. Me lo contó... de alguna manera me fue impuesto por la misma persona cuyo más antiguo compromiso destrozó todas mis expectativas; y me lo contó, así lo pensé, con aire de triunfo. Tuve, por tanto, que vencer las sospechas de esta persona intentando parece indiferente allí donde mi interés era más profundo. Y no ha sido sólo una vez; una y otra vez he tenido que escuchar sus esperanzas y alegrías. Me he sabido separada de Edward para siempre, sin saber ni siquiera una circunstancia que me hiciera desear menos la unión. Nada hay que lo haya hecho menos digno de aprecio, ni nada que asegure que le soy indiferente. He tenido que luchar contra la mala voluntada de su hermana y la insolencia de su madre, y he sufrido los castigos de querer a alguien sin gozar de sus ventajas. Y todo esto ha estado ocurriendo en momentos en que, como tan bien lo sabes, no era el único dolor que me afligía. Si puedes creerme capaz de sentir alguna vez... con toda seguridad podrías suponer que he sufrido ahora.

La Hija del Curandero

Fragmento de la Hija del Curandero. Como siempre, Amy Tan tiene esa forma casual y bonita de hacer la narrativa placentera.

Con palabras chinas, LuLing podia inculcar sabiduria a ruth. Podia prevenirla contra los peligros, la enfermdad y la muerte.
- No juegues con ella, tiene demsiados germenes- habia dicho en una ocasion a la Ruth de seis anyos, senyalando a la ninya de enfrente. Se llamaba Teresa, le faltaban los dos incisivos superiores, llevaba un vestido cubierto de marcas de deods y tenia una costra en la rodilla-. La he visto recoger un caramelo de la acera y comerselo. Y mira esa nariz; esparciendo su enfermedad por todas partes.

A Ruth le cai bien Teresa. Se reia mucho y siempre tenia los bolsillos llenos de cosas encontradas: bolas de papel de aluminio, canicas rotas, cabezas de flores. Ruth acaba de cambiarse d escula y Teresa era la unica ninya que jugaba con ella. Ninguna de las dos era muy popular
- Me has oido? - dijo LuLing.
- Si - respondio Ruth

Al dia siguiente, Ruth estaba jugando en el patio de la escuela. Su madre estaba lejos, vigilando a otros ninyos. Ruth subio al tobogan, desaeando deslizarse por la sinuosa rampa plateada y caer en la arena fresaca y oscura. Lo habia hecho una docen de veces con Teresa, sin qeu su madre las viera.
Pero entonces una voz familiar, potente y aguda, resono en el patio:
- No, Luyi para! Que haces? Quieres romperte el cuerpo por la mitda?

Ruth se detuvo en lo lato de la escalera, paralizada de verguenza. Su madre era celadora de lso ninyos de parvulario, ella estaba en primero! Abajo, sus companyero de clase reian.
- Esa es tu madre? - gritaron - Y que es esa jerigonza?
- No es mi madre! - exclamo Ruth - No se quien es! - Los ojos de su madre se clavaron en los suyos. Aunque estaba en el otro extremo del patio, lo oia y lo veia todo. etnia ojos magicos en la nuca.

No puedes pararme, penso Ruth con furia. Se lanzo por el tobogan, de cabeza y con los brazos abiertos - la postura que solo adoptaban los ninyos mas valientes y revoltosos - y descendio como un relampago hacia la arena. Aterrizo de cara, con tanta fuerza, que se mordio el labio, se golpeo la nariz, se le rompiero las gafas y se fracturo un brazo. Permanecio inmovil en el suelo. El mundo ardia en una lluvai de rayos rojos.

- Ruthie esta muerta! - grito un ninyo. Las ninyas empezaron a chillar.
no estoy muerta, quizo gritar Ruth, pero era como hablar en un suenyo. De su boca no salia ningun sonido. Sera verdad que habia muerto? La muerta era eso: el goteo de la nariz, el dolor en la cabeza y el brazo, la forma en que se movia, lenta y torpemente como un elefante en el agua? Pronto sintio unas manos conocidas tocandole la cabeza y el cuello. Su madre la leventaba, murmurando con ternura:
- Ay-ya, porque eres tan tonta? Mirate.

La sangre manaba de su nariz y caia sobre la blusa blanca, manchando el ancho cuello ribeteando con puntilla. tendida languidamente en el regazo de su madre, vio la cara de Teresa y de otros ninyos que la observaban desde arriba. Noto que estaban asustados, pero tambien fascinados. SI hubiera podido moverse, habria sonreido. POr fin le prestaban atencion, por fin se fijaban en la ninya nueva. entonces miro la cara de su madre, las lagrimas resbalando por sus mejillas, caynedo sobre su propia cara como humedos besos. No estaba enfadada, sino preocupada, llena de amor. Ruth se sorprendio tanto que olvido el dolor.

domingo, 15 de abril de 2007

La Princesa Voladora

El siguiente texto lo he extraído del diario personal de Virginia Woolf. En él escribía lo que pensaba, lo que sentía; escribía sobre sus visitas, la hora del té, y las personas que la visitaban o sus amigos o parientes, siempre describiéndolos; y como buen diario, escribía sobre las cosas que pasaban en su entorno. Este relato se refiere a dos capitanes y una princesa que intenaron hacer el primer vuelo transatlántico hacia el oeste en un monoplano y que jamás se les volvieron a ver. Me maravilla la manera en cómo especula sobre la situación, y sobre todo, me sorprende que siendo todo esto lejano a ella, se haya inquietado de tal forma como para escribirlo en su diario personal.


La Princesa Voladora, no recuerdo cómo se llamaba, se ha ahogado con sus calzones de cuero morados. Por lo menos eso supongo. Se les acabó la gasolina a media noche del jueves, cuando el aeroplano debió de posarse suavemente sobre las largas y lentas olas del Atlántico. Supongo que encenderían una luz que dibujaría una raya en el agua. Allí descansaron un momento o dos. Los pilotos, creo, se volvieron a mirar a la ordinaria princesa de anchas mejillas y ojos desesperados, con sus calzones morados, y supongo que hicieron algún comentario desesperado y mordaz: se ha acabado la partida, lo sentimos; la suerte nos ha vuelto la espalda; y ella se limitó a mirarlos fíjamente; y entonces una ola rompió sobre la ala; y el aparato se escoró. Y ella dijo algo teatral, me imagino; nadie era sincero; todos interpretaban un papel; nadie gritó; la suerte nos ha vuelto la espalda, o algo así, dijeron y luego: Hasta la vista; y al primer hombre se lo llevó el agua y desapareció; y luego vino una gran ola y la princesa levantó los brazos y se hundió; y el tercer hombre permaneció a salvo por un segundo mirando las olas, tan pacientes, tan implacables, y la luna, que lo contemplaba todo gravemente; y luego, con un seco bufido, él también fue derribado, y el aeroplano se balanceó y volcó, a muchas millas de cualquier parte, frente a las costas de Terranova, mientras yo dormía en Rodmell y Leonard cenaba con los Craniums en Londres.

Hablando de primeros libros

Definitivo, si hago memoria, los primeros libros que robaron mi atención fueron los cuentos. Mamá tenía un gordo libro verde, de muy pocas ilustraciones por cierto, de cuentos de los hermanos Grimm. Fue mi fascinación.
Otros libros importantes en mi vida, o que fueron esos "primeros libros", fueron una serie de libros de fabulas, leyendas y cuentos, que todavía están en mi librero, aunque ya no están todos los tomos. Me fascinaban. Las fabulas son de Le Fontaine (no sé si lo escribí bien), y los cuentos así como las leyendas eran de todas partes del mundo. Mis favoritos eran los cuentos escandinavos o la parte norte de Europa, y las leyendas de México. Esto es en cuanto a mi niñez.

Para cuando llegué a mi 1.70 de estatura, que fue a los 13 o 14 años, mi madre, una literata en ciernes y que ahí se quedó, para aquel entonces deshizo su biblioteca personal y me regaló algunos de sus libros. Así que empecé a leer a Emma Godoy y su libro "¿La mera verdad o puros cuentos?"; que consistía en una serie de relatos ocurridos en México. Sinceramente, yo no los comprendía bien, y hacer lectura de ese libro me llenaba de misticismo la imaginación. Otro que me regaló mi madre, y que hasta la fecha sigo sin entender es uno que se llama "Yo estoy bien y tú eres una porquería". Por cierto, ignoro por qué una madre regalaría libros así a su hija adolescente, ¿no hubiera sido más adecuado algo estilo Carlos Cuauthemoc Sánchez? En fin, rarezas de una madre.

sábado, 14 de abril de 2007

El primer libro

Mi primer libro de lectura fue sin lugar a dudas el de Herman Hesse, "Demian"; un libro que considero YAOI. Aunque no en su totalidad, es un excelente libro. Recuerdo que antes me tardaba tanto leyendo, creo que ese libro tan pequeño lo vine terminando en dos años. Era una vergüenza para este club; Recuerdo que ese librito, que estaba muy maltratado, me lo había prestado Sara, un ex-compañera de secundaria. Me dijo que estaba muy padre y era genial. A ella le gustaba muchoYo lo leí y cuando lo terminé estaba extasiada. En la facultad, recuerdo que una compañera me lo pidió prestado para hacerle una portada y no me lo regresó después. Estuve mucho tiempo buscando el librito tal y como me lo han prestado ya que se convirtió en uno de mis lecturas predilectas. Duré mucho tiempo sin el libro. Hasta que una tarde de visita en el centro, encontré, en la librería Crystal, una muy escondida, mi libro que había perdido. Ese fue mi primer libro aparte de los que mi madre me leía o me prestaba. Y podría decir, que mi autor de lleno al mundo de la lectura fue Herman Hesse.
Creo que deberíamos de hablar de como iniciamos en el mundo de la lectura para recordar bellos momentos. Sinceramente, era muy gratificante viajar en el camión y recordar paso por paso, lo que habías leido con tanta emoción.
Algo curioso, es que otro compañero, amigo intimo de la chica que me prestó el libro, notó que era admiradora de Herman Hesse, y me prestó otro, llamado "El lobo estepario", realmente no fue algo que me engentará. Si me gusto, pero no tanto como el de "Demian".
Aunque esa es otra historia.

viernes, 13 de abril de 2007

La Hija del Curandero

Hay varias partes de este libro que me agradan. Escribirlas aqui todas seria dificil dado que terminaria escribiendo todo el libro.

Siento que tiene ese toque especial de narrativa Amy Tan como en el Club de la Buena Estrella, pero a la vez es mas extensa, quiza porque ahora se enfoca en una historia completa en vez de varias separadas (no confundir que esto sea mala, me encanto la buena estrella!!).

Hasta ahorita no he leido todo, pero pronto pondre mas detalles de esto aqui.

Atte. Chibi

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