domingo, 28 de octubre de 2012

El demonio

 
"El demonio"

En un campo de arroz después de ser segado se acumula la paja de las espigas de arroz. Entre los gruesos manojos de paja hay un niño jugando a las escondidas (1). Soy yo. Restregando suavemente mi pequeño cuerpo a la paja seca, espero con paciencia al “demonio”. Deteniendo el aliento, agudizo el oído al más leve sonido.
El olor de la paja seca era el olor de un otoño seco. Hecho mi mirada hacia el cielo, hermosas nubes en forma de sardina (2). Un cielo, después de que se ha segado los campos de arroz, uno lo siente mucho más amplio. Es un mundo cuyo azul se asemeja al azul límpido de las corrientes rápidas de un río.
El demonio no me ha encontrado. De pronto me siento intranquilo. ¿Si mi ser no es encontrado por el demonio en verdad llegaré a desaparecer?
A parte del cielo solo está el silencio. El silencio del otoño en una serena calma. Hasta mi cuerpo parecía desaparecer. Aquellas nubes en forma de sardina como marcas de agua parecían invadir mi cuerpo. En un acto sin pensar he saltado desde detrás de los bloques de paja. Me han encontrado. Seré yo el próximo demonio.
Sin embargo, no pude encontrar a nadie.
No había nadie en ningún lado.
Fui hasta donde estaban los bloques de paja, rodeándolos en silencio. Sin embargo, lo único que se encontraba eran las suaves penumbras. Al estar a punto de llorar, me esforcé por pensar con severidad de que los niños nunca lloran.
Los nervios a reventar de aquella infantil inquietud, aún ahora hay veces en que los vuelvo a sentir.
Tan sólo una vez acompañé a mi padre a su pueblo. Esto es el recuerdo de aquella vez que lo acompañé, siendo yo aún tan sólo un niño. Mi padre quien desobedeciendo al abuelo partió del pueblo, regresó el día en que precisamente el abuelo murió.
Ese día jugué hasta el atardecer con los primos que conocía por vez primera. Jugamos en los campos de arroz. Lentamente llegó el sol del atardecer por el noreste de las llanuras. Lentamente el enorme cielo cerraba los párpados. La cara de mis primos, como la luz tenue del atardecer, aunque poco permanece en mi memoria. Aquel largo día lentamente se oscurece. Entre la suave oscuridad, las pajas apiladas eran como bestias encorvadas en descanso.

“Abane”, “Abane” (Adiós, adios).

A lo lejos la voz de alguien grita.
El abuelo aquella noche en el campo de arroz fue cremado.
El olor de la paja chamuscarse, la clara oscuridad del fuego rojizo al quemarse, y yo sujetando con fuerza el dedo de papá, veía esta oscuridad rojiza. Con esta intensa claridad el verdadero demonio terminaría encontrando al abuelo, y cosas así continué pensando.

Todavía de las cosas de la muerte, aquel niño las desconocía. 


Notas de traducción:
(1) En Japón, en el juego "a las escondidas", al que le toca buscar le dicen "demonio".
(2) Nubes en forma de sardina son los cirrocúmulos. 

"Kioku no tsukurikata"
Hiroshi Osada
1998
Asahi Shimbun Publications Inc.

domingo, 14 de octubre de 2012

Hace mucho tiempo, en un lugar lejano

Esta es la primera historia que aparece en el libro, utilizada a manera de prólogo.

"Hace mucho tiempo, en un lugar lejano"

Hace mucho, mucho tiempo atrás, cuando el mundo recién acababa de ser creado, en un lejano, muy lejano lugar, existía una anciana. Esa anciana nació junto con el mundo por lo que el número de años de la anciana y el número de años del mundo era el mismo.
A la anciana le gustaba recolectar hermosos colores del mundo para luego pintar sus paisajes con colores mucho más hermosos.
              La persona que le dio ese hermoso color al cielo fue ella. Le agregó rojo a sus atardeceres y a sus amaneceres y así, aquel cielo que solía ser simplemente azul, adquirió su hermoso color.
              En aquel entonces había dioses en todas partes. Cuando ellos se lo pedían, la anciana pensaba en el color apropiado y hermoso para las cosas. Por esa razón a los dioses les gustaba esa anciana. Por ejemplo, el color del bosque. La anciana hizo el verde de cada árbol diferente, así como también el verde para cada estación del año.
              En ocasiones, los dioses hacían llover sobre la tierra. Sin embargo, cuando veían la tierra después de la lluvia, su rostro se volvía a nublar porque sentían que algo faltaba. Aquella tierra, después de que paraba de llover, se sentía vacía, solitaria.
              Los dioses se lo dijeron a la anciana.
              Todos querían ser complacidos con hermosos colores.
              La anciana lo pensó detenidamente y escogió para los dioses los mejores nueve colores. Sin embargo, “para los humanos de este mundo quiero dejar dos colores, el color vino y el color rosa”, dijo la anciana, “para que así puedan beber su vida de manera rica; y el rosa para que las niñas puedan alegrar este mundo.
              Y al hacerlo así, los colores que quedaron, es decir, el rojo, el naranja, el amarillo, el azul, el índigo y el morado, los dioses con su fuerza levantaron un arco después de la lluvia. El arcoiris. Y es por eso que no hay ni rosa ni color vino en el arcoiris.
              El nombre de la anciana es la Madre Tierra.
              Los dioses que sentían gusto por la anciana ya no suelen estar más por aquí.


"Kioku no tsukurikata"
Hiroshi Osada
1998
Asahi Shimbun Publications Inc.

La manera de crear memorias

Sin intentar dar una excusa, lamentablemente el tiempo que tengo para leer novelas u algunas otras cosas en español se me ha limitado agravamente por lo que no he podido postear nada en lo que va el año.
Así que, he decidido compartir las traducciones que vaya realizando sobre un pequeño libro, compendio de "poemas-historias" que he conseguido recientemente. El libro se llama 「記憶のつくり方」、 su traducción al español sería algo como "La manera de crear memorias" y el autor de esta recopilación es Hiroshi Osada
No soy profesional en la materia de traducción (lejísimos de serlo, si bien, apenas una simple amateur en el idioma japonés) así que seguro habrá errores. Sin embargo, espero poder transmitir la idea de los relatos.

sábado, 13 de octubre de 2012

Enigma asiático

Después de hacer un reportaje de los soldados de terracota, Lea se percata que no pertenece a su hogar, junto a sus padres alemanes y debido a un reportaje amarillista de su compañero de clases, comienza de descubrir parte de su pasado. El pasado que sus padres trataron de ocultarle y que pensaban, que jamás su hija adolescente llegará a preguntar.
Atormentada por su aparencia y la cultura de su país de origen, China, Lea averiguará lo que mucho ella temía: la cruda verdad. ¿Por qué fue abandonada por sus padres biológicos?
Otra lectura fácil y digerible, debo recalcar que fue muy gratificante para mí, leer algo que esta hecho en México y que agradecer no encontrar frases españolas. No estoy en contra de ellos, pero estoy harta de leer sus "vale" y "vaya chorreada"; la verdad, me... fastidian.

Conforme uno va avanzando en la lectura, va descubriendo con el personaje que a veces, la verdad es más cruda de lo que uno puede imaginarse. Tomando detalles importantes y experiencias, de lo que podemos hacer sentir a las personas que  son diferentes a nosotros. Un libro que todos deben de leer.

Un grito de amor desde el centro del mundo

Un tierna y conmovedora historia de dos jóvenes que se conocen en la secundaria y después de una amistad, se terminan enamorando; compartiendo una romántica historia de amor. La forma ingenua y sincera del relato, la convierten en una lectura fácil.
No puedo decir mucho más de este libro, puesto que es la clásica historia de amor, en el cual uno de los protagonistas muere en un lapso de tiempo, y su pareja, lidia con el proceso de su muerte. Sin embargo, esta  tan simple y romántica que te agrada. Su sencillez y la forma de llevar la trama, hace que caigas cautivo de tan agradable relato.

Kyoichi Katayama, es el autor de esta romántica/trágica historia, y tanto fue su éxito, que tiene película y novela de la misma. Que por cierto, ambas también son igual de dramáticas.
La recomiendo ampliamente, lo cual, debo de decir, que mi hermana, también había comprado -mucho antes que yo- este libro. ¡No puedo creerlo! En fin, veo que tenemos gustos similares. Claro, la traducción española que le hacen a este libro, me parece de lo peor. Espero poder encontrar una traducción en mi idioma.

Lectores