Sacó un lápiz de labios de su bolsillo, se quitó la ropa y empezó a pintarse el cuerpo. Riéndose, dibujaba líneas rojas en su vientre, sus pechos, su cuello.
Mi cabeza estaba vacía, sólo había el hedor a keroseno.
Lilly se había dibujado una máscara en la cara con la barra de labios; parecía una de esas africanas que bailan en los festivales.
-Oye Ryu, mátame. Hay algo extraño, Ryu, quiero que me mates -me dijo Lilly, con lágrimas en los ojos.
Me lancé fuera de la pista. Mi cuerpo chocó con la valla. El alambre trenzado se clavó en la carne de mi hombro. De pronto deseé un agujero abierto en mí. Quería librarme del olor a keroseno, era mi único pensamiento. Concentrándome en eso olvidé dónde estaba. Arrastrándose por el suelo, Lilly me llamó. Pataleando pintada de rojo, desnuda, me pedía que la matara. Me acerqué a ella. Su cuerpo se agitaba violentamente, lloraba con fuerza.
-¡Mátame, Ryu, mátame pronto!
Toqué su cuello, estriado de líneas rojas.
"Azul casi transparente"
Ryu Murakami
Editorial Anagrama, 1976
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