lunes, 27 de octubre de 2014

Todos fantasmas

Miré la foto en la que se nos veía a mi padre y a mí jugando en el parque, en una caja de arena. Aún podía percibir el olor a aire húmedo de aquel día. En otra de las fotos aparecían él y mi madre jugando en la playa, bajo un sol abrasador.
Aunque todo lo que pertenece al pasado no se pueda cambiar ni mover, el color del espacio que flota en las fotografías me asalta como si estuviera vivo.
Pensé en Miyamoto: quizás aquella noche estuviera hojeando un álbum de fotos con mi mismo estado de ánimo. Al igual que ella, yo también estaba marcada por las indelebles huellas del pasado, que flotaban en el presente como en un espacio suspendido. Quizás nos pareciéramos en eso.
Continué hojeando el álbum.
La caligrafía de mi padre en las notas que aparecían junto a algunas fotos.
Los garabatos de Mayu.
Todos fantasmas.
Que ahora yo, sentada aquí, miro.

"Amrita"
Banana Yoshimoto
TusQuets Editores
México, 2013
p. 60

miércoles, 3 de septiembre de 2014

台所で息絶える

いつか死ぬときがきたら、台所で息絶えたい。ひとり寒いところでも、誰かがいてあたたかいところでも、私はおびえずにちゃんと見つめたい。台所なら、いいなと思う。

「キッチン」
吉本ばなな
角川文庫
1991年、日本

martes, 15 de julio de 2014

Muchedumbre

José Enrique Rodó escribió este ensayo en 1900. Critica el imperialismo estadounidense que se viene filtrando en las jóvenes democracias latinoamericanas. Ensayo más que pragmático, poético. 

Y fue entonces, tras el prolongado silencio, cuando el más joven del grupo, a quien llamaban Enjolrás por su ensimismamiento reflexivo, dijo, señalando sucesivamente la perezosa ondulación del rebaño humano y la radiante hermosura de la noche:
—Mientras la muchedumbre pasa, yo observo que, aunque ella no mira al cielo, el cielo la mira.

"Ariel"
José Enrique Rodó
Red Ediciones, 2011

domingo, 22 de junio de 2014

Primeros libros para la biblioteca

Después de la muerte de Wins Caballero y de nuestro amado padre la casa en la que crecimos mi hermana y yo quedó vacía, con un destino completamente incierto y legalmente desprotegida. 
Afortunadamente mi hermano ha podido arreglar su situación jurídica y por otra parte, el sueño de Wins Caballero de convertir su cuarto en una biblioteca se va volviendo realidad. 
Pues resulta que un par de amigos quienes desde hace varios años iniciaron un proyecto de fomento a la lectura aceptaron establecerse en la casa de Wins Caballero y así concretizar una nueva etapa para ellos: la formación de una biblioteca popular cuyos temas centrales serán la diversidad cultural y la cultura de paz.
La idea más que gustarme me hace sentir como si los huesos que había perdido con la muerte de Wins y papá regresaran a mi cuerpo, y una vez más me dieran forma y sostén. 

Todos los días pienso en Wins y en lo aburrido que me parecen muchas cosas sin la opinión de ella. No importa encontrar un buen libro ya porque ya no está a quién contárselo. No hay quien entienda el significado de encontrar un buen libro. 
Sin embargo entro en una pesada encrucijada porque los buenos libros siguen apareciendo. 
Quizás ahora que la biblioteca empiece a tomar forma le pueda presentar a Wins los buenos libros que vaya encontrando aún después de su partida. 

La tarde de hoy he "asaltado" la librería Narnia en compañía de Capuccino. Aunque buscaba "El ninja rojo" no lo pude comprar porque estaba agotado. Había decidido salir con un buen libro así que me puse a leer varios. Al final me decidí por estos tres títulos. Serán los primeros libros que envíe a la biblioteca. 

lunes, 9 de junio de 2014

Mi nombre es Wins

El sábado pasado ha sido el cumpleaños de Wins Caballero. En su honor, con la ayuda de Chibinekomancer hemos hecho un sitio ( http://ceciliacaballero.com) para recordarla. Escrito en primera persona, como si yo fuera Wins, hablo de los gustos personales de mi hermana y sobre algunas anécdotas de su vida. También he publicado algunos de sus dibujos. Con el tiempo espero que podamos seguir enriqueciendo el sitio para que se acerque más a lo que fue Wins —para mí—: creatividad y arte.
Wins fue una literata en ciernes que por largos años escribió mucho. De hecho, escribió desde niña, y escribió como un pasatiempo, como quien ve la TV la tarde de un domingo, sin pretender más, con el mero objeto de divertirse.
Sus historias, lamentablemente, muchas de ellas sin fin, se han quedado en la oscuridad de su habitación, entre el polvo y la tristeza, ingenuas esperado a que su creadora vuelva a dialogar con ellas.
Como su hermana y amiga he tenido que pensar mucho sobre el fin de sus pertenencias personales. Si bien cosas materiales, ropa, zapatos, muebles, se pueden vender o regalar, no sucede lo mismo con sus dibujos y escritos. Sin pensármelo dos veces, he decidido quedarme con sus dibujos y empezar a decorar las paredes de mi cuarto con sus creaciones. Sin embargo, ¿qué hacer con sus novelas en las que Wins dejó un pedazo de su alma?
Virginia Woolf asesinó a Septimus, salvado así a Clarissa Dalloway, personaje principal de una de las obras más prestigiadas de la escritora. ¿Pero por qué debe morir alguien? —preguntó Leonard a su esposa.
Por contraste —fue la respuesta.
El autor de la vida de Wins decidió que era mejor asesinar al personaje principal y acabar la novela de manera abrupta, mostrándome que la vida no era como la había vivido. Donde se ríe y se vive, también se llora y con amargura. También se pudre y se muere. Para apreciar la vida hace falta la muerte. Ese era el contraste de Virginia Woolf, que aprendió por primera vez con la muerte de su madre, luego, con la muerte de Vanessa, su hermanastra que fuera para ella su segunda madre. Y después con la muerte de Tobby, su hermano.

Quizás por contraste también, aunque la autora muera, sus palabras tendrán que vivir.

"Feliz cumpleaños, Jake Peter"

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