lunes, 9 de junio de 2014

Mi nombre es Wins

El sábado pasado ha sido el cumpleaños de Wins Caballero. En su honor, con la ayuda de Chibinekomancer hemos hecho un sitio ( http://ceciliacaballero.com) para recordarla. Escrito en primera persona, como si yo fuera Wins, hablo de los gustos personales de mi hermana y sobre algunas anécdotas de su vida. También he publicado algunos de sus dibujos. Con el tiempo espero que podamos seguir enriqueciendo el sitio para que se acerque más a lo que fue Wins —para mí—: creatividad y arte.
Wins fue una literata en ciernes que por largos años escribió mucho. De hecho, escribió desde niña, y escribió como un pasatiempo, como quien ve la TV la tarde de un domingo, sin pretender más, con el mero objeto de divertirse.
Sus historias, lamentablemente, muchas de ellas sin fin, se han quedado en la oscuridad de su habitación, entre el polvo y la tristeza, ingenuas esperado a que su creadora vuelva a dialogar con ellas.
Como su hermana y amiga he tenido que pensar mucho sobre el fin de sus pertenencias personales. Si bien cosas materiales, ropa, zapatos, muebles, se pueden vender o regalar, no sucede lo mismo con sus dibujos y escritos. Sin pensármelo dos veces, he decidido quedarme con sus dibujos y empezar a decorar las paredes de mi cuarto con sus creaciones. Sin embargo, ¿qué hacer con sus novelas en las que Wins dejó un pedazo de su alma?
Virginia Woolf asesinó a Septimus, salvado así a Clarissa Dalloway, personaje principal de una de las obras más prestigiadas de la escritora. ¿Pero por qué debe morir alguien? —preguntó Leonard a su esposa.
Por contraste —fue la respuesta.
El autor de la vida de Wins decidió que era mejor asesinar al personaje principal y acabar la novela de manera abrupta, mostrándome que la vida no era como la había vivido. Donde se ríe y se vive, también se llora y con amargura. También se pudre y se muere. Para apreciar la vida hace falta la muerte. Ese era el contraste de Virginia Woolf, que aprendió por primera vez con la muerte de su madre, luego, con la muerte de Vanessa, su hermanastra que fuera para ella su segunda madre. Y después con la muerte de Tobby, su hermano.

Quizás por contraste también, aunque la autora muera, sus palabras tendrán que vivir.

"Feliz cumpleaños, Jake Peter"

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