Cuando me di cuenta que ya no había marcha atrás, que por más esfuerzos que hiciera el contacto con el mundo donde se habla español menos se me permitía, fue cuando me resigné a buscar una forma que me mantuviera cercana a él. A lo largo de los años lo único que he notado, en cuanto a mis habilidades de comunicación, es que van de picada, deteriorándose sin poder evitarlo. A veces, no me doy a entender adecuadamente ni siquiera en mi lengua, lo cual, hay que decirlo con sinceridad, es canijamente frustrante. No me quiero desviar mucho del punto principal así que sólo me limitaré a decir que, sin importar lo ocupada que esté (porque siempre lo estoy), o lo achacosa que me sienta, dejaré un libro, un libro en español, al alcance de mi mano, y disfrutaré una lectura, aunque sea de diez o quince minutos, y le daré un espacio a mi cabeza para que se deleite con lo que naturalmente entiende. Grafías que entiende, grafías que no son ajenas, y dejaré que la naturalidad de los nativos me acompañe y le de consuelo a mis días.
Quiero leer algo ameno, sencillo, sólo para que la mente se refresque, para que piense sin darse cuenta que lo hace. Debí haber tomado un libro de algún escritor hispano, pensé pero, ¿por qué no serían válidas las palabras del traductor? No importa, al final me dije, y me decanté por un título comercial.
"El abogado del diablo". Me sonaba de alguna parte, y cómo no, que la novela fue llevada a la pantalla grande y los personajes principales fueron interpretados por grandes estrellas de Hollywood. Sin embargo, siempre que tenía oportunidad de ver la película no me interesaba, me parecía aburrida la trama, abogados defensores, y ese rollo, y así dejaba pasar la ocasión. Nunca supe más de la cuenta, salvo algunos detalles, que seguramente Wins me platicara, ahora, no lo recuerdo más. Pero (SPOILER) sabía que Kevin era abogado y que por su actitud fría hacia la víctima inocente terminaba trabajando para Satán y las cosas no salían tan bien después. Aunque claro, siendo Keanu Reeves el rol principal, dudo que terminara en "no happy ending".
He dicho que no he visto la película pero cuando terminé de leer el libro me quedó tal confusión que tuve que buscar las reseñas, o a ver si alguien en este largo y enorme mundo, se le había ocurrido escribir algo y decir de qué iba el final. Leí un resumen muy completo pero de la película. Me di cuenta de las significativas diferencias entre la obra principal y el filme.
(Más spoiler). De las diferencias que me sorprendieron, y que me parecieron hasta cierto punto, más adecuadas fueron, primero, el final. Que Kevin había soñado que su esposa se había vuelto loca y que al verlo a él convertido en un ser demoníaco, decide quitarse la vida. Todo esto, un sueño, y todos felices al final. La otra diferencia que me llamó la atención fue que aquel caso que Kevin gana y que, en el libro, es motivo de su despido, era una mujer lesbiana que había atracado sexualmente a unas de sus estudiantes, una niña de 10 años. En la adaptación es un hombre el abusador.
Ignoro qué tan grueso será el libro puesto que lo leí en el Kindle pero me lo leí en tres días. La lectura es muy fácil y aunque no hay tantos detalles, ni recursos lingüísticos, de esos que enamoran, la narración te atrapa y te hacen, como yo, querer leer el maldito final aunque ya sea media noche y al día siguiente tengas que madrugar.
Ahora que lo pienso, que escogiera este título no fue tan casual. Y es que, así como no queriendo, leí Knulp, poco a poco, línea a línea, semana tras semana. Leía sin intensión de hacerlo pero al final lo releí. Y como no pudo ser de otra manera terminé llorando. Recordé al instante lo triste que escribe Hesse, y recordé aquella otra tristísima historia "Bajo la rueda". Y recordé un montón de cosas tristes que no eran necesarias recordarlas. Por eso para quitarme el repentino sentimiento me acerqué a un título como este de Neiderman.
A pesar que es un libro que te mantiene al filo de la intriga, no hubo ningún pasaje que me gustara. Quizás el principio, (spoiler) cuando Richard Jaffee se tira desde su piso, que es lo que dejaré por aquí.
"Richard dejó la cartera, echó un vistazo al apartamento y a continuación atravesó lentamente la sala de estar hasta llegar a la terraza, que le proporcionaba una de las vistas más bonitas del río Hudson. Sin embargo, no se detuvo a admirar el panorama. Siguió andando con la determinación de quien siempre ha sabido exactamente adónde va. Acto seguido se subió a la tumbona para poner el pie izquierdo en la pared y apoyándose en la baranda de hierro colado se izó sobre el antepecho. Después, con un movimiento ágil y rápido, se agachó como si quisiera coger la mano de alguien que estuviera colgado en el vacío y se lanzó de cabeza a la calzada, quince plantas más abajo." (El abogado del diablo, Andrew Neiderman, 1990).
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