De vez en cuando, me parece que Nicolas y yo revivimos nuestras mejores conversaciones. «Estoy más allá de todo dolor y de todo pecado», me dice. «Pero ¿tú sientes algo?», le pregunto yo. «¿Es eso lo que significa verse libre de este estado? ¿Que uno deja de sentir?» ¿Que desaparecen la pesadumbre, la sed, el éxtasis? En esos momento, me resulta interesante que nuestro concepto de paraíso sea el de un éxtasis. Las bienaventuranzas del cielo. Y que nuestra imagen del averno sea la de un dolor. El fuego del infierno. Así pues, no nos parece demasiado bien no sentir nada, ¿verdad? (...)
Bendito silencio. Salvo el sonido del violín. Y los blancos dedos de Nicolas pulsando las cuerdas, y el arco moviéndose veloz bajo el foco, y los rostros de las marionetas inmortales, entre fascinadas y divertidas. Cien años atrás, los parisienses le habrán capturado. No habría tenido que arrojarse a la hoguera él mismo. Y también me habrían capturado a mí. Pero lo dudo.
No, jamás habría existido un lugar de las brujas para mí.
Ahora, Nicolas vive en mi recuerdo. Una piadosa frase mortal. ¿Y qué clase de vida es ésta? Si a mí no me gusta vivir aquí, ¿qué significará vivir en el recuerdo de otro? Nada, me parece. No estás realmente ahí, ¿verdad?
"Lestat el vampiro"
Anne Rice
Ediciones B
Barcelona, 2013
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