domingo, 30 de marzo de 2014

Kindle

En mi último viaje a México pude acumular un poco más de diez mil yenes en mi tarjeta de Bic Camera y gracias a esto pude comprar "gratis" un Kindle. Es la primera vez que me hago uno de estos  lectores y la verdad sí estaba medio incrédula sobre si era para mí o no. Tampoco soy muy fanática de las compras por Amazon pero de todas maneras me arriesgué a escoger el Kindle por sobre otros e-readers como el de Sony, que también me parecía muy atractivo.
Y creo que hice una muy buena elección. El tamaño del aparato es bastante ergonómico. Ligero y del tamaño ideal como para subirse al tren y hasta poder leer de pie sin cansarse de cargar el aparato. Sólo por probar (teniendo en cuenta que aún no termino mi "El atlas de las nubes") descargué un libro del Amazon. Seleccioné el de Anne Rice "Lestat, el vampiro" y decidí llevarme la lectura al tren. 30 minutos de ida y otros 30 de venida se me fueron en un pestañeo. Todo el tiempo pude leer sin cansarme la vista. La pantalla no es brillosa como las de una tableta y que después causan estragos en mis miopes ojos, sino es una pantalla opaca, y así como se llama el Kindle, parece realmente la hoja de un libro.
Cuando regresaba a casa, después de bajarme del tren, pensaba en la comodidades de la época en la que nos ha tocado vivir. Pensaba en que ahora podría leer muchos libros sin preocuparme por el espacio, que aunque tengo un librero grande, nunca podría almacenar, no aquí en Tokio y con un cuarto de 23 metros cuadrados, todos los libros que quisiera leer.
Quizás mi querida compañera de libros, Wins Caballero, se hubiera asombrado también por el Kindle. Quizás.

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