Memorias de una Geisha
Arthur Golden
Hasta ese momento no había mirado con atención a Calabaza pero cuando lo hice reparé en que llevaba un kimono color gris ceniza totalmente extraordinario. De la cintura para abajo estaba cubierto de puntos dorados que resultaron ser mariposas bordadas, volando en un paisaje de montañas y agua a la luz de la luna. Ni el de Mameha ni el mío se podían comparar al de ella. Al Presidente le debió de parecer el atuendo tan asombroso como a mí, porque le pidió que se pusiera de pie y se diera unas vueltas. Ella se levantó modestamente y giró sobre sí misma.
-Me imaginaba que no podía entrar en un lugar como éste con el tipo de kimono que llevo normalmente -dijo-. La mayoría de los que disponemos en mi okiya no es tan impresionante, aunque los americanos no distinguen unos de otros.
-Si no hubieras sido tan franca, Calabaza -dijo Mameha-, habríamos pensado que siempre vas vestida así.
-¿Me están tomando el pelo? No nací para llevar estas ropas. Me lo han prestado en una okiya de mi misma calle. No se pueden imaginar lo que tengo que pagarles, pero como nunca tendré ese dinero, igual me da, ¿no?
Me di cuenta de que el Presidente estaba divirtiéndose, porque una geisha nunca debe hablar delante de un hombre de algo tan vulgar como el precio de un kimono. Mameha se volvió a decirle algo, pero Calabaza la interrumpió.
-Creía que esta noche iba a estar aquí un hombre importante.
-Tal vez estabas pensando en el Presidente -le contestó Mameha-. ¿No te parece lo bastante importante?
-Él sabrá si lo es o no. No necesita que yo se lo diga.
El presidente miró a Mameha y arqueó las cajas sorprendido y burlón.
-Además, Sayuri me habló de otro tipo -continuó Calabaza.
-Sato Noritaka, Calabaza -dijo el Presidente-. Es el nuevo consejero del Ministro de Hacienda.
-¡Ah, ya! Conozco a ese Sato. Parece un gorrino grande.
Nos reímos de esto.
-De verdad, Calabaza -dijo Mameha-, ¡hay que ver las cosas que puedes llegar a decir!
1 comentario:
¿Y ese milagro que alguien postea en este lugar? Y no sirves para geisha, tratas mal a la clientela
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